sábado, 30 de junio de 2012

Fröebel, muchos regalos y pocos cuadernos. Sección Cuchitril: cosas y lugares / por Daniel Brailovsky

Sección Cuchitril: cosas y lugares / por Daniel Brailovsky
Fröebel, muchos regalos y pocos cuadernos
“El propósito de la educación es animar y dirigir al hombre como consciente, pensando y percibiendo, siendo de una manera tal que él haga una representación pura y perfecta de esa ley interna divina con su propia opción personal; la educación debe demostrarle las maneras y los significados de lograr esa meta”.
F. Fröebel
Cuando hablamos de la educación “tradicional”, “conservadora” o “clásica” y de las contrapartes pedagógicas “nuevas”, “progresistas”, “innovadoras” o “disruptivas” la discusión puede llegar a dos lugares muy conocidos: la forma-clase (o sea, el maestro adelante hablando y mostrando, los alumnos sentados atendiendo, tomando notas y realizando consignas) y la idea de juego. Las ideas de “clase” y “juego”, podríamos decir, están en el centro de un dilema pedagógico fundamental, que no es sólo un debate metodológico: son ideas que traen los resabios de una interesante contienda entre modelos educativos que, bajo distintas denominaciones, ha atravesado la historia de la pedagogía. Y a Federico Fröebel le ha tocado encabezar uno de los bandos, pues se le reconoce nada menos que la paternidad del kindergarten, cuna de la pedagogía lúdica.
Hay que decir, claro, que Fröebel – por haber vivido a comienzos del siglo XIX – no había leído mucha psicología constructivista que digamos, con lo que no contaba con una teoría nítida acerca de la relación del sujeto con el conocimiento que, al formular el rol activo del que aprende, permitiera construir argumentos superadores respecto de la educación como pura transmisión o comunicación unidireccional de contenidos. Por otro lado (y por el mismo motivo) en su biblioteca no abundaban los libros de pedagogías críticas que lo ayudaran a pensar cómo la educación no es neutral, naturalmente justa ni reductible a un método científico. Entonces para Fröebel no era evidente que la educación está atravesada por relaciones de poder e ideologías o que sin necesariamente proponérselo puede reproducir las desigualdades y las injusticias de la sociedad.
Listo: ya nos sacudimos los anacronismos de encima. ¿Para qué? Para poder hablar de las proclamas “renovadoras” que dirigen sus críticas a los modelos llamados “tradicionales” y que oponen alternativas que genéricamente se asocian a lo lúdico, basadas éstas sí en toda una biblioteca constructivista y escolanovista, y que aunque pueden haber tomado a Fröebel como símbolo de las pedagogías lúdicas, poco tuvo todo esto que ver con los modos en que él pensó sus propuestas educativas. De todos modos, una pedagogía “nueva” promueve la automotivación, el placer, la espontaneidad, el movimiento y la actividad, el uso de la imaginación, la organización del acto educativo a partir del desafío: todos elementos propios del mundo lúdico (1), y Fröebel, bueno, aceptémoslo, dejó a disposición de las generaciones futuras algunas semillitas de todo eso…
Fröebel: más allá (y más acá) de los cuadernos
Empecemos por un poco de biografía aburrida. Quien no lo soporte tiene permiso para pasar de largo estos párrafos, por supuesto.
Augusto Guillermo Federico Fröebel (¿por qué para hablar de alguien “biográficamente” decimos siempre su nombre completísimo?) vivió los primeros albores, apenas incipientes, del ideal pansófico que Comenius ideara en el siglo anterior. Como docente en Frankfurt y en Yverdon (donde trabajó junto a Pestalozzi) fue un crítico de sus tiempos, aunque en un sentido no tan parecido al que hoy otorgamos a ese término. Es considerado el gran precursor de los jardines de infantes y se elogian sus aportes fundamentales en materia de educación y juego (aunque ya enseguida me ocuparé de seguir echando un poco de agua en ese brasero). En 1816 fundó en Griesheim el Instituto Universal de la Educación Alemana, que luego, reubicado en Kelhau, sentaría las bases de la famosa experiencia de Turingia de 1837: el Kindergarten, ‘jardín de los niños’. Aún hoy en los jardines de infantes y en las carreras de formación docente se rinde tributo a Fröebel como el precursor central del nivel inicial de enseñanza, junto a otros referentes como María Montessori, las hermanas Rosa y Carolina Agazzi y Ovidio Decroly.
Fröebel centró su propuesta de enseñanza en juegos y ocupaciones que consisten, básicamente en el uso, no digamos exploratorio (ya que constituiría un anacronismo, nuevamente) pero sí relativamente libre (1) [1], de materiales concretos. Una muestra que sirve de primer pantallazo es un fragmento del prólogo a la edición de 1896 de un libro de la baronesa Barenholtz-Buhlow (presidenta del club de fans de Fröebel) donde Juan García Burón relata su visita a un jardín de infantes Fröebeliano:
“hace cerca de 20 años, allá en mis mocedades, visité uno de esos jardines, y nunca olvidaré la impresión que causó en mi ánimo ver a aquella colmena de niños constituidos en obreros. Todos trabajaban llenos de alegría. Allá, un grupo edificando con trozos de madera en forma de cubo (…) Aquí, otros ocupados en las formas geométricas valiéndose de palillos, o bien descubriendo y contando prismas. Allá, por medio de una bola y un hilo, describiendo toda clase formas, desde la recta hasta el espiral. Acullá, entrelazando papelillos de colores y formando con ellos numerosas curiosidades. Más acá, los niños encantados por el dibujo y las formas de barro modeladas por sus propias manecitas” (en Barenholtz-Buhlow, 1896:iv)
Los objetos descriptos remiten a materiales inspirados en las propuestas de Fröebel. Aunque dirigida a la educación del hombre en todas las edades, su obra pasó a la historia como un aporte a la educación infantil. Veremos enseguida cómo sus rasgos transgresores respecto del orden escolar tradicional en alguna medida explican este confinamiento. Los argumentos explícitos a favor de esa especificación, sin embargo, irán por otro lado. Para Barenholtz-Buhlow los niños de esa bella colmena estaban seriamente amenazados por la mala selección de materiales con los que jugaban. ¿Por qué darles un “montón informe de juguetes sin la menor significación”?, decía. Y argumentaba que “la percepción clara y ordenada es resultado del buen orden exterior, [y] así como no es posible al hombre abarcar con una mirada todos los innumerables objetos de una exposición industrial, el ojo poco práctico del infante no puede distinguir los objetos unos de otros en el conjunto de sus juguetes, algunas veces rotos o sin forma, por los cuales generalmente adquiere sus primeros conocimientos (…)” (ob.cit.:76).
Ya, digámoslo de una vez: el niño necesita objetos simples que contengan la esencia de las cosas. Vale acordarse a esta altura, por qué no, de la aspiración pansófica de Comenius de enseñar a todos los hombres “los fundamentos de todas las cosas”. Y bien, desde la perspectiva de Fröebel los rudimentos de todo podrían hallarse en algunos objetos bien diseñados, a imagen y semejanza de la creación divina.
Una difundida fábula biográfica, cierta o no (yo mucho no me la creo), habla de un Fröebel niño construyendo una copia a escala de la iglesia gótica de su aldea, de la que su padre era párroco, y señala ese episodio como el origen de su convicción acerca de que los niños necesitan objetos adecuados para que su juego realice una función instructiva y, sobre todo, formativa.
Regalos para los niños
En su obra más difundida, La educación del hombre (1826), Fröebel revela el motor de sus intentos por construir un método pedagógico basado en los objetos. La reunión del mundo material, que se presenta caótico y desordenado, en un material que lo simplifique y muestre su esencial perfección, es la finalidad de los materiales Fröebelianos: los materiales de juego que se ofrecerán a los niños, sintetizan de algún modo la creación de Dios.
Lo que ha inmortalizado a Fröebel en el mundo de la educación infantil son justamente sus “dones”, también llamados “regalos” (gifts). No porque representen la totalidad de su pensamiento pedagógico, que ha excedido lo escolar y que atravesó por diferentes etapas, sino porque es el material que lo representó en el discurso pedagógico posterior. La propia historia del discurso pedagógico ha tendido a escoger a los dones como referentes del trabajo de Fröebel. Así, los dones Fröebelianos son – por motivos más discursivos que históricos – una parte significativa de esta propuesta pedagógica que ha dejado su huella en la escuela.
Los dones son un conjunto de materiales, casi todos de madera, que partiendo de la esfera (el don Nro. 1) van pasando por una serie de formas básicas inspiradas en las formas del mundo. Fröebel tuvo un período de gran fascinación respecto de la esfera como símbolo de la reunión de lo material con lo divino. Suerte de símbolo universal, la esfera simbolizaba para él cierta esencia que no debía estar ausente en los dones. El primer don, de hecho, consiste en una serie de esferas coloreadas con los tonos del espectro de luz: rojo, naranja, amarillo, verde, azul y violeta, en ese orden.
Vera Peñaloza (1894) describe los dones minuciosamente. El 1er. Don está formado por una cajita que contiene seis pelotitas forradas por un tejido de lana, de color rojo, anaranjado, amarillo, verde, azul y violeta, correspondientes en tonalidad a los del espectro solar. “Hay una idea de unidad en la esfera”, afirma, “concebida como un símbolo de unión en todo lo creado”. Y agrega:
Este simbolismo tiene hoy su explicación científica en la interdependencia en que están unidos todos los fenómenos de orden físico, biológico y social que afectan la vida del hombre en el planeta en que habita de modo que así considerado fue como la voz de alerta dada por el gran pedagogo de que se presentasen al niño (…) todos los conocimientos humanos (Ibíd.)
Los dones siguientes, hasta el sexto, son llamados “juegos de construcción”. Se basan en una progresiva subdivisión del cubo, que luego llegará a ser representado en sus caras, sus aristas y sus vértices por láminas de madera, palitos y granos. El diseño es muy cuidado y las prescripciones de su fabricación y uso, muy específicas. El 5to. Don, por ejemplo, es descrito como “un cubo dividido en tres partes iguales en las tres direcciones. Este, entonces, tiene 27 cubitos, cada uno de los cuales es igual al los del tercer don. De estos cubitos pequeños hay tres divididos por la diagonal de una de las caras, y otros tres divididos por las dos diagonales. Por estos cortes, el material que contiene es el siguiente: 21 cubitos enteros, seis prismas de base triangular iguales a la mitad de un cubito, 12 prismas de base triangular, iguales en volumen a la cuarta parte de un cubito.” (Vera Peñaloza, Ibíd.) (2). Como para no marearse.

Don fröebeliano número 2.
F: Biblioteca Margarita Ravioli, ISPEI S.E. Eccleston
En la pedagogía comeniana clásica (recordemos que a Comenius se le atribuye haber concebido la propia lógica de las formas escolares) la actividad y los lugares en el aula estaban definidos por objetos que circunscribían la voz, la escritura, la moral y la razón de maestro y alumnos: digamos que si Fröebel es el padre del jardín de infantes, Comenius sería el padre de la forma-clase. En la propuesta de Fröebel, en cambio, los objetos se centran en la relación del niño con un universo idealizado que busca ser representado por los materiales.
Relativamente lejos de la didáctica tal como la entendemos en la actualidad, el plan de Fröebel era formativo más que instructivo, y tal vez por ello se sitúa entre el niño y el mundo, reservando para el maestro un lugar de guía edificante y moralizante, pero también cauto y algo lateral. La organización de la escuela y los lugares del aula vendrán a redefinirse, inspirados en el trabajo de Fröebel, recién un siglo después de la muerte del pedagogo, cuando la educación infantil defina y consolide unos espacios del aula tangencialmente diferentes a los tradicionales.
La estructura de presentación de la tarea educativa de Fröebel, tal como se desprende del análisis de los dones, sugiere una lógica muy diferente a los términos en que Comenius había “conformado” la escuela moderna. Aunque el espacio conserva su finalidad moral y cognitiva (porque disciplina y enseña), e introduce organizadamente al alumno en la virtud y en la capacidad de distinguir entre las formas del mundo, la tarea de maestro y alumnos aparece acompasada no ya por la escritura y la corrección, sino por una actividad entendida como “natural” del niño, el juego, que busca de algún modo aprovecharse y disciplinarse. Pero no ya mediante la varilla de castigos, tan eficaz en el aula tradicional de la época, sino por medio de un material lúdico que imprime un orden y una dirección a esa actividad natural.
Se podría aventurar la hipótesis de que esta propuesta tuvo éxito en la educación infantil porque sólo allí era justificable la ausencia de la escritura como eje ordenador de la actividad. Es más: también se podría aventurar la hipótesis de que las ideas transformadoras de la escuela nueva que fueron escritas tiempo después, también tuvieron éxito en el nivel inicial porque alberga a niños pre-alfabetizados a los que es mucho más difícil disciplinar en prácticas escolares tradicionales. El lugar secundario de la escritura como ordenador de la actividad y los rasgos propios de los niños pequeños atenúan significativamente la crudeza de las tensiones entre la forma-clase y las promesas de una pedagogía lúdica. En la escuela primaria, en cambio, y especialmente después del primer período de los alumnos en la misma, la preeminencia del modelo genérico ya no puede ser desafiada tan abiertamente, y sólo se admiten algunas variaciones al mismo (3). En otras palabras, quizás algo maliciosas: la escuela moderna nos ha dejado ser verdaderamente revolucionarios sólo en aquellos lugares donde la revolución no molesta a nadie.
Hay que decir de todos modos que el uso efectivo y actual de las propuestas lúdicas en las aulas infantiles (y en otros ámbitos) asume un desafío mucho mayor, que halla en las ideas de Fröebel un antecedente insoslayable. El giro de reemplazar la lectura y la escritura por un material cargado de significados para los niños es estructuralmente brillante, y marca una referencia importantísima en el mundo de los debates pedagógicos.
Pedagogos de hoy mirando a Fröebel
Cristina Fritzsche, reconocida autora (junto a Hebe San Martín de Duprat) del clásico Fundamentos y Estructura del Jardín de Infantes (1968) relata en una entrevista que
“en esa época [los años 50’] se trabajaba mucho con Fröebel, Montessori y Decroly adaptados. Se daba “la clase de Fröebel”, por ejemplo, por medio de los dones. Esto significaba dar el material a los niños, una serie de piezas que estaban numeradas (primer don, segundo don, etc.) y que tenían forma de pelotitas, de pequeños cubos de distintos tamaños, había también palitos, una suerte de semillas, etc. y dirigir una actividad con estos materiales. Estaba sumamente pautado qué y cómo debía hacerse con estos materiales, y la sensación si uno miraba esa escena era la de que la maestra estaba “dando una clase” (Brailovsky, 2005).
Más adelante, agrega, se seguirían utilizando “distintos tipos de ladrillitos, y bloques, pero con otro significado, pues con la organización de la sala en rincones y todo lo nuevo que vendría después, estas prácticas cambiarían muchísimo” (Ibíd.). Es decir que se reconoce en el uso concreto de los dones una persistencia del dispositivo-clase en contra de la cual se edificarían en los años 60’ las nuevas tendencias pedagógicas del nivel inicial, y que atravesarían a los materiales (en muchos casos muy parecidos a los de Fröebel) de un arsenal conceptual diferente.
En Fröebel, como en Comenius, la estructura de la actividad está garantizada por la presencia de objetos. Los dones unifican la actividad y le dan forma. Todos los niños a la vez, usan el mismo don. La maestra conoce las canciones y rimas que deben utilizarse con cada material y guía el juego de los niños: de allí lo de un uso “relativamente libre” del material.
Los objetos tradicionales de la clase apuntan al saber (libros, cuadernos, pizarrones) y a la disciplina (varillas que castigan, pupitres que inmovilizan). En los dones de Fröebel, el saber se impone con la autoridad que le confiere su diseño: representar al mundo. Y hallan su legitimidad en un creador supremo, no ya en un autor, un método o una doctrina pedagógica. En Dios, ni más ni menos. En cuanto a las consideraciones sobre la disciplina, en los textos de Fröebel éstas tienden a ser enunciadas desde una filosofía de la ternura y la comprensión, en base a características del niño pequeño, una infancia que debe ser introducida de a poco, sin violencias, sin excesiva severidad, en las reglas del mundo. Los lugares escolares que hoy llamaríamos “tradicionales” y que ya eran el paradigma de la enseñanza sistemática en su época, aparecen desdibujados, y teñidos de representaciones acerca de la maternidad y los roles de maestra-madre, muy presentes en el resto de la obra de Fröebel.
Tal vez por todo ello, por su carácter disruptivo respecto de las identidades escolares en el contexto de la época en que se produjo, la selección que el devenir histórico ha hecho de sus trabajos y el modo en que los usos hegemónicos han cooptado su propuesta, han dejado poco de su esencia en pié. Pero por el mismo motivo las pedagogías posteriores, sensibles a la pequeña gran revolución que convulsionaría las relaciones pedagógicas, han reconocido en Fröebel una semilla de su esencia.
Notas
(1) Hay que aclarar algo sobre el uso “libre” de los materiales. Las pedagogías posteriores, además de criticar a Fröebel por su “espiritualismo”, le adjudicaban un carácter dirigista. Por eso puede parecer extraño que aquí se califique de “relativamente libre”. No obstante, en comparación con los ideales pedagógicos precedentes, puede presumirse que así deben haberse percibido en su época.
(2) Invito a leer, en unos meses más, un libro que preparé íntegramente en base a estas ideas de contraste entre el juego y la clase: Brailovsky, D.: El juego y la clase: apuntes críticos sobre la enseñanza post-tradicional, Buenos Aires, Novedades Educativas, 2011, en prensa.
(3) A Rosarito, “maestra de la patria” le encantaban los dones, pero los criticaba por varios costados. Llegó a diseñar una versión mejorada, más popular y más argentina de estos materiales, a los que llamó “material verapeñaloziano”. Algo de esto está contado en: Brailovsky, D.: “De Patria, mujeres, geografía y kindergarten. Preguntas alrededor de Rosario Vera Peñaloza”, publicado en Antes de Ayerhttp://www.educared.org.ar/infanciaenred/Antesdeayer/files/RVPbrailovsky.pdf
(4) Ídem nota 1.
Bibliografía citada
  • Barenholtz-Buhlow: El niño y su naturaleza, Exposición de las doctrinas de Fröebel sobre la enseñanza, NY: Appleton, 1896 (traducción de Sara Eccleston)
  • Fröebel, F.: La educación del hombre, NY: Appleton, 1988
  • Vera Peñaloza, R. Y otras: El kindergarten en la Argentina, documento disponible en la Biblioteca Margarita Ravioli (IES Eccleston) Buenos Aires, 1894





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TERRITORIOS DE LA INFANCIA. Los bordes de la piedad. Patricia Redondo.


Sección Territorios de la Infancia / por Patricia Redondo
Los bordes de la piedad
Fin de año se asomaba con una felicidad mercantilizada. Las fiestas presentaban su habitual escenografía de principios de noviembre. Los íconos navideños insinuaban la premura de los brindis y cierres anuales, el festejo se aproximaba y lo realizado o pendiente buscaba un equilibrio imposible de saldar. Entre ofertas y descuentos las acciones dirigidas a mitigar “los daños colaterales” de la desigualdad se multiplicaron y sobre todo se visibilizaron.
Cuando los destellos de las luces de fin de año…aún brillaban, el diario mostraba con languidez las pocas novedades de un nuevo comienzo de año. Una nota periodística se destaca: “Los Reyes Magos visitaron la cárcel donde viven las madres y los hijos”. Me detengo, a página completa, se describe la visita de actores disfrazados que con voluntad solidaria reparten sonrisas entre las presas y sus hijos e hijas menores de cuatro años. Niños y niñas que cumplen con sus madres condenas en una de las unidades carcelarias bonaerenses. Un comentario recogido por el periodista, destaca que “si uno se olvida que está en la cárcel, éste es un jardín como de Colegiales”. Un primer impulso me obliga a recortar la noticia, la similitud entre el adentro carcelario y el afuera urbano me produjo una ligera inquietud…
Continúo leyendo. La perplejidad aumenta cuando el periodista describe el día a día de los niños y niñas con sus madres, en particular, de dos que nacieron allí y que “chapotearán entre risas en la nueva pelopincho”. Allí; es la cárcel de Ezeiza, lugar que se lo presenta casi sin muros, naturalizado, como un espacio infantil más. Allí, aún más de veinte niños viven en cautiverio. Sin embargo, las palabras de la nota periodística opacan esta injusta condición destacan la celebración con caras felices y pegoteadas. Una pátina filantrópica tiñe las palabras. Uno de los actores disfrazado de Rey Mago comenta: “vi caras felices (…). Fue la imagen de un jardín de infantes como los de mi barrio, Colegiales”.
La espuma de la felicidad por la visita es interrumpida. Una madre invita a los actores a ver “su casa”, la celda. “Vení que te invito a que conozcas mi casa” y ya dentro, reclama a los presentes que les hacen falta ventiladores. Otras internas, así las nombran, narran parte de su calvario, la falta de condenas, el llanto de sus hijos con las visitas, la solicitud de arresto domiciliario y la denegación del juez. Y así de seguido…Frente a los reclamos un sentimiento piadoso, un sentimiento de compasión…se instala, las apariencias se disuelven.
En dirección opuesta a las tendencias internacionales de los últimos años respecto de la legislación de derechos de la infancia, y a más de quince años de que la Convención del Niño tenga rango constitucional en la Argentina, niños y niñas menores de cuatro años continúan en prisión en un acompañamiento forzado con sus madres. Las cifras de la niñez en dicha condición no se conoce públicamente y queda bajo la órbita del servicio penitenciario la atención directa de esta problemática. Problemática, que requiere de una solución urgente e inmediata que efectivice los derechos que amparan a la infancia. Si se visitan otras cárceles en la Argentina donde están alojadas madres con hijos en pabellones especiales, la situación empeora. Lo que se conoce como un efecto de “prisionalización” afecta a los más pequeños y las condiciones de vida se precarizan.
Los dibujos infantiles evidencian, en parte, los efectos que las restricciones de la vida en las cárceles producen. Los hombres son dibujados sin piernas, así los observan en las torretas de la cárcel, y a las seis de la tarde se cierran los pabellones y el afuera recortado del patio, obtenido gracias a rebeliones domésticas, se clausura. Las madres pueden llevar a sus niños y niñas al jardín de infantes siempre y cuando su comportamiento sea aprobado por las guardias cárceles. El recorrido que hasta las salas del jardín permite respirar “ocho metros de cielo” es muy deseado y, por eso, con frecuencia prohibido.
Infinitas veces, organizaciones sociales han denunciado la situación de los niños en las cárceles en la Argentina, sobre todo desde que en 1996 la edad para estar con sus madres se amplió desde los dos años a los cuatro en dirección contraria a la jurisprudencia internacional y a los programas que intentan restituir la red de vínculos de las mujeres y su nueva inserción social posibilitando el arresto domiciliario y la protección de la maternidad desde el embarazo.
En la nota periodística, una de las autoridades expresa: “El evento, sirve para que las internas se sientan acompañadas y sepan que la sociedad está con ellas. Desde todas las áreas de la Unidad se trabaja para fortalecer este vínculo madre e hijo para que sepan que lo que tienen con ellas es un ser humano y no un herramienta.” En este testimonio supuestamente bienintencionado no es difícil encontrar una mirada sobre la interna moralizante y estigmatizante. “Para que sepan” ubica al otro en el lugar del no saber, en una asociación que ubica a la maternidad como un vínculo privilegiado sobre el cual reposa la familia pero que en el caso de las presas deber ser aprendido y no utilizado para fines que no se aclaran, sólo dejan una mancha de sospecha.
Las mujeres con sus hijos sufren enormes dificultades: desde las causas de su detención ya que en muchas ocasiones ocupan el lugar más lábil en una cadena de delitos, no tienen una defensa adecuada y en el caso argentino pueden pasar muchos años sin juicio. Asimismo, se le suma con frecuencia un abandono por parte de sus parejas y un aumento de su soledad distanciadas de sus grupos familiares de origen. Los niños que de manera forzosa acompañan a sus madres reciben el efecto de las rupturas familiares y también de un énfasis mayor del rol maternal, generándose situaciones complejas.
A pesar de la gravedad de lo que acontece en las cárceles, la sociedad se desentiende de esta situación. Donde se tiene que profundizar los derechos de los niños, entre ellos el derecho a la educación, la compasión reemplaza a la libertad. El jardín de infantes que se constituyó en el escenario de los reyes magos funciona al interior de la cárcel, es decir que no escapa a la lógica de una “institución total” y tampoco interrumpe la propia experiencia infantil en cautiverio. La novedad es de qué modos en nombre de la protección se sostienen situaciones insostenibles. Si la educación expresa una práctica de la libertad es difícil imaginarla desde edades tempranas al interior de espacios de reclusión.
Un barniz discursivo progresista naturaliza aquello que es necesario transformar con urgencia. En un texto lúcido Martha Nussbaum nos invita a atender lo que nombra como el ocultamiento de lo humano. Lo humano, condición que parece ser del orden de lo natural no se resuelve sólo en el campo jurídico. E insiste, en reconocer “una cultura de la crueldad” en las dinámicas dolorosas que estigmatizan a los niños y la necesidad de generar un ambiente facilitador como lo proponía Donald Winnicott que permita que los niños y jóvenes vivan bajo el amparo de una sociedad que les brinde una buena vida alejada de las marcas del estigma.
No representa una contradicción con todo derecho que los niños reciban educación en la cárcel, cuál es el su identidad manchada que justifica semejante destino ¿Cuál es la culpa de aquel que nace cuando nace bajo el estigma social y el desamparo? ¿De qué educación se trata, si el mundo que nombra está por fuera de toda experiencia de conocimiento?
Entre la piedad y el estigma, es momento de pensar la niñez en nuestro país desde las políticas públicas del cuidado y de la atención de que cada niño o niña no sólo requiere de ser reconocido y nombrado en su derecho si no que debe ser alojado en instituciones y espacios que permitan su desarrollo más profundo en calidad de ciudadanos primeros, nuevos, pequeños que necesitan del respeto y la igualdad. Ello dista del espacio carcelario incluso cuando es visitado por los Reyes Magos y la piedad en días de fiesta alarga su mano compasiva.





Otro tema para reflexionar.....Una brecha que crece entre la escuela pública y la privada, por Laura Reina

Educación /Una brecha que crece entre la escuela pública y la privada

Leer y escribir antes de llegar al colegio

Aunque ahora será un objetivo a alcanzar recién en segundo grado, cada vez más chicos dominan la lectoescritura en jardín y preescolar
Por Laura Reina | LA NACION
Francisco Iglesias tiene 5 años. Empezó este año preescolar leyendo y escribiendo. Además de su nombre, le gusta escribir "San Lorenzo" -el equipo de sus amores- y les manda mensajes de texto a su papá y a su abuelo para intercambiar opiniones de algún partido. Francisco no es un superdotado, pero sí un chico estimulado que adquirió tempranamente la lectoescritura para leer los nombres de los jugadores de fútbol.
Los niños de 4 y 5 años que leen y escriben desde antes de entrar en primer grado son cada vez más y eso se palpa en la mayoría de los jardines de infantes y preescolares privados, así como en algunos públicos de los barrios de clase media de la ciudad de Buenos Aires. Aunque la lectoescritura es un objetivo formal de primer grado -que de no alcanzarse, a partir de ahora y por una resolución del Consejo Federal de Educación, no será motivo de repitencia-, cada vez más chicos ingresan en la primaria siendo "alfabéticos".
Luciana García es docente de preescolar. Afirma que en los últimos tiempos aumentó la cantidad de niños que leen y escriben mientras están incluso en el jardín. "De 21 alumnos que hay en la sala, cinco son alfabéticos. Y la misma cantidad van camino de serlo. Esto tiene que ver con la tecnología y con los padres, ya que es una preocupación más de ellos. Además, las escuelas fueron cambiando. Si bien no es objetivo de sala de 5, hoy se usan cuadernillos de actividades y se los incentiva mucho", dice.
Felipe Lorenzo Armano ya es un alumno de 1er. grado del Instituto St. Columba's. Aprendió las primeras letras y números en sala de 4, así que a mitad de año, en preescolar, ya escribía su nombre y varias palabras más. "Ahora los chicos están muy avanzados. A los 3 años ya están con la computadora. No es un aprendizaje forzado, sino todo lo contrario. Felipe a los 4 años me preguntaba qué letras llevaba cada palabra para poderlas escribir", contó Mariana, su mamá.
Francisca Lucini tiene 4 años, va a una escuela en el barrio de Núñez. Escribe no sólo su nombre y los de su familia, sino también el de varios objetos. Pero lo que más la apasiona es deletrear. "El dectodeletreo la vuelve loca. Y ella sola va descubriendo cómo se escriben las palabras. Para el Día del Padre escribió sola la tarjeta y estaba feliz", contó Florencia Bauzá, la orgullosa mamá.
A pesar de que en casa de los Lucini la lectura es una actividad habitual, Bauzá aclara: "A Fran no la estamos motivando nosotros permanentemente. Pero cuando un niño vive en un contexto armónico, de tranquilidad y juego, la motivación llega sola. Cuando hay otras preocupaciones a su alrededor, los estímulos no se encienden".

Francisca Lucini tiene 4 años y ya escribe los nombres de sus amigos. Foto: Gentileza familia Lucini

En este sentido, la psicopedagoga y psicoanalista infantil Alejandra Marroquín, miembro de la Biblioneta, una biblioteca rodante que busca estimular la lectura en niños, explicó a LA NACION que "la adquisición de lectoescritura está asociada a una capacidad individual y otra social. El camino puede facilitarse por los estímulos y recursos que tiene el niño. Si uno le ofrece el libro como un objeto deseable, es posible que lo tome. Si es una imposición, probablemente no".
Pero lo que comienza a ser habitual en la educación privada no se generaliza en la pública, especialmente en el interior del país, lo que aumenta la brecha entre los alumnos que asisten a uno u otro sistema. Según el Barómetro de Deuda Social de la Infancia, elaborado por la Universidad Católica Argentina (UCA), hay varios indicadores de déficit de estimulación en muchos hogares argentinos. El 28,8% no les suele contar cuentos a los niños menores de 5 años y el 35% no tiene libros infantiles en el hogar.
Además, el 31,1% de los niños menores de cinco años asiste a centros educativos donde no tiene estímulo de educación musical. El 28,2% no recibe el estímulo de la educación física y el 52% no suele realizar salidas pedagógicas a espacios de arte, museos, teatros, zoológicos, etcétera.
En la escuela, donde hay que conjugar realidades diversas, la adquisición de las habilidades de lectoescritura no es homogénea y los docentes deben tener en cuenta los tiempos de cada niño. Marroquín opinó: "La escuela debe acompañar el proceso teniendo en cuenta las distintas realidades. Ningún grupo va a ir al mismo tiempo, más cuando se trata de la adquisición del lenguaje. El docente deberá ver cómo superar estas diferencias. La inclusión de las diferencias no significa nivelar para abajo".
Otro aspecto que dificulta a veces la adquisición de la habilidad de leer y escribir es el quiebre que existe entre el nivel inicial, donde en general el aprendizaje se realiza a través del juego, y la primaria, donde lo lúdico casi desaparece.
"El quiebre entre jardín y primaria existe y esto no se modificó -opinó García-. El juego desaparece y queda reducido a los 10 minutos del recreo. También hay un quiebre desde el afecto. En el jardín la maestra es como una mamá sustituta, en la primaria les falta contención y eso influye en el aprendizaje.".

Del papel glacé a la computadora, por Laura Reina

Educación / Del papel glacé a la computadora

El jardín: juego de niños, obsesión paterna

Para los padres se volvió un espacio clave en la formación de sus hijos y eligen meticulosamente a cuál enviarlos; el idioma, fundamental
Por Laura Reina | LA NACION
"Yo lo mando al Jacarandá...", dice una mujer de unos 30 años a otra que le pregunta por el jardín donde Benicio, el circunstancial amigo de plaza de su hijo, cursa salita de tres. "¡Qué bueno! Me dijeron que tiene un proyecto educativo interesante", responde la otra, que sabe perfectamente de qué jardín hablan.
El tema se cuela, indefectiblemente, en cualquier charla de madres con niños menores de 5 años. Y es que ahora la elección del jardín de infantes pasó de ser "el que queda más cerca de casa" a uno que tenga un programa educativo completo, que incluya la enseñanza de idiomas, especialización en artes o música y un marcado interés por el cuidado del medio ambiente.
Los años de jardín -hoy formalmente llamados "educación inicial"- se han convertido en una instancia clave de la formación de un niño. Algunos incluyen materias como filosofía, muchos tienen doble escolaridad y casi todos ofrecen inglés y brindan la oportunidad del primer contacto con la tecnología, algo que los padres consideran indispensable. Ya no alcanza con el papel glacé y la brillantina.
La preocupación por el jardín al que irán los hijos los primeros años de vida está cada vez más presente en los padres, que pretenden encontrar un lugar en el que el niño no sólo juegue y socialice con sus pares, sino que además pueda desarrollar todo su potencial. Antes de los 6 años. Es una obsesión que antes no existía o, al menos, no llegaba hasta que el niño ingresaba en la escuela primaria. A tal punto hay hoy una demanda y oferta tan compleja que algunos jardines cuestan tanto o más que una cuota universitaria.
Según Alejandra Scialabba, licenciada en Ciencias de la Educación y directora de Diéresis Consultora, que brinda asesoramiento a familias para la búsqueda del colegio adecuado, los últimos años ha cobrado suma importancia todo lo relacionado a la primera infancia. "Es un tema muy en boga. Hoy se reconocen los primeros años de vida como realmente importantes en el desarrollo de una persona. Esto los padres lo toman y se preocupan más que antes por el jardín adonde irán sus hijos. De hecho, hay colegios muy buenos pero con jardines con propuestas no tan novedosas y entonces no los quieren. Prefieren mandarlos a un jardín con un proyecto innovador y ver más adelante qué hacen con la primaria", explicó Scialabba.
Eleonora Mascarucci, docente y directora pedagógica de Puerto Crianza, un espacio de aprendizaje para la primera infancia -desde 45 días hasta 4 años-, ubicado en Puerto Madero, amplía. "Hoy los papás se muestran inquietos por saber qué va a aprender el niño en el jardín. Ahora existe otra valoración de esta etapa porque las investigaciones en neurociencias demostraron que el cerebro en los primeros años de vida es mucho más elástico y el niño tiene un potencial enorme para incorporar conocimientos."

Foto: Archivo / Silvina Colombo
Mascarucci afirma que la información con la que hoy cuentan los padres es mucho más amplia que la que tenían años atrás. Y entonces piden que se estimule a sus hijos desde muy temprano. "Una vez que se aseguran que están contenidos, cuidados y en un entorno seguro, los padres quieren que sus hijos reciban una estimulación adecuada para su edad, que no estén todo el tiempo en la cuna o sentados. A un bebe y a un niño hay que ofrecerles desafíos, despertarles la curiosidad."
En los últimos años se pusieron de moda los jardines con un abordaje pedagógico constructivista, en el que el individuo construye el conocimiento teniendo como base los saberes provenientes de afuera y los marcos de referencia con los que cuenta su mente. No son saberes dados, sino aprendidos mediante la experiencia y el razonamiento.
Jacarandá, El jardín de la Esquina, La Escuelita y Risas de la Tierra, entre otros, se encuadran dentro de este tipo de aprendizaje. Pero aunque existe una clara preferencia por los jardines que tienen una propuesta innovadora, muchos padres se inclinan por un proyecto más tradicional en la primaria. "En el jardín se busca la estimulación, lo lúdico, lo creativo. Pero en general, para primaria buscan un proyecto más tradicional y los cambian de colegio. Muchas de estas escuelas no tienen un nivel tan alto en inglés, y eso los padres no lo negocian", dijo Scialabba.
Mariana Sosa es mamá de dos niños, de 7 y de casi 2 años. El más grande fue al Jacarandá hasta sala de 4 inclusive, y el más pequeño asiste allí. Pero en preescolar, decidió que el mayor fuera a un colegio con una propuesta educativa que encuadra dentro de la enseñanza convencional.
"Otra madre que evalúa cambiar a su hijo una vez que termina la etapa de educación inicial es Laura Márquez, que lleva desde sala de 2 años a su hijo, que este año cumplirá 6, a La escuelita, en Colegiales.
"Yo en el jardín busqué una contención desde lo humano. En La Escuelita a las pocas semanas sabían quién era cada chico. Es un colegio donde propician el entendimiento hablando, que el chico comprenda cuáles son las consecuencias de cada acción. Además, me interesaba que tuviera una orientación en arte. A las salas no se las llama salas, sino talleres."
Pero a pesar de que Márquez está feliz con el jardín, no sabe si su hijo estará allí el año próximo. "Estoy evaluándolo", reconoció.

Primeros pasos


  • Origen : el primer instituto de educación preescolar fue fundado en 1816 en Escocia, por el pedagogo Robert Owen. Pero se le debe el nombre Kindergarden al pedagogo alemán Friedrich Fröbel. El concepto pronto se propagó por toda Europa.


  • Masividad : los jardines de infantes se multiplicaron después de la Seguenda Guerra Mundial en Estados Unidos, cuando las mujeres salieron a trabajar y debían contar con lugares en donde dejar unas horas a sus hijos. En un principio contaban con personal sin perfil académico. La atención de los niños estaba dirigida a fomentar ideas sobre la buena alimentación e higiene personal y la conquista de los niveles pedagógicos no era un objetivo a alcanzar.


  • Sistema : en la Argentina la educación inicial empieza a los 45 días y se extiende hasta el preescolar, que es el único nivel obligatorio para el sistema educativo nacional. Sin embargo, se está estudiando la posibilidad de ampliar la obligatoriedad para la sala de 4 años.

domingo, 24 de junio de 2012

Día de la Bandera en la escuela nº 301


El viernes 22 de Junio todo estaba listo,....las sillas en el playón del patio, banderas argentinas daban marco a la ocasión en todo el perímetro escolar, carteleras alusivas confeccionadas por las niñas y niños de los grados como de la sala de 5 años de jardín, la comunidad ya empezaba a acercarse para el festejo........En ese momento llegó el invitado menos esperado, tan típicamente nuestro y tan inoportuno: el viento!!!




Después de un primer momento de frustración y  angustia ..... todos se pusieron a re- acomodar las emociones, las ideas, la organización para que  niñas, niños, padres, madres, docentes, auxiliares, familias y autoridades pudieran disfrutar de este momento tan, tan especial que nada podría opacar.


y como dato super especial tenemos el estreno de las banderas de ceremonia de la población infantil de la sala de Nivel Inicial de la escuela: ¡¡¡¡¡Felicitaciones!!!!!


Felicitaciones a todo el personal de la escuela nº 301, docentes y no docentes, gracias  por el esfuerzo y por creer que vale la pena. Mónica

















sábado, 23 de junio de 2012

Sobre Instituciones. René Kaër

Las violencias son tres
Por R.K.
Toda institución se funda en tres formas de violencia: la violencia originaria, la violencia generadora de símbolos y la violencia destructiva.
La violencia del origen funda al sujeto en la representación de una escena originaria, y esto vale para la violencia fundadora del grupo instituido. La violencia del origen es también la del deseo sexual, la del deseo del otro y el deseo por el otro, en tanto que es sujeto de origen; incluye el deseo de suprimir al otro y el no-deseo del otro.
La violencia generadora de símbolos: En Tótem y tabú, Freud muestra cómo el pasaje de la horda al grupo organizado, de la naturaleza a la cultura, es la simbolización de un asesinato, fomentado por el pacto concertado entre los hermanos para matar al padre. La simbolización del deseo de muerte produce efectos de estructuración en los conjuntos colectivos. La ejecución del jefe de la horda estaría comprometida en una repetición sin fin si la invención del tótem no hubiera venido a transformar la violencia del origen en violencia simbólica, generadora de símbolos.
La violencia secundaria, o violencia destructiva, se nutre de tres fuentes. Por una parte, del retorno no transformable de la violencia originarias y de la violencia generadora de símbolos; ella testimonia que, en todo reencuentro intersubjetivo, las dos primeras dejan restos no elaborados. Por otra parte, la violencia destructiva está bajo el efecto de la pulsión de muerte, que desagrega. Además, nace del conflicto fundamental que Freud pone en evidencia en Introducción del narcisismo: “El individuo lleva una doble existencia, en tanto él mismo es su propio fin y en tanto es elemento de una cadena de la que es servidor contra su voluntad o en todo caso sin la intervención de aquélla”. En las instituciones, podemos observar la violencia destructiva cuando las funciones generadoras de símbolos son atacadas o desfallecen y cuando el retorno de la violencia fundadora no puede ser simbolizado.

Otra de Daniel Brailovsky

Revoluciones silenciosas: el jardín de infantes...Daniel Brailovsky



...Antes que todo se me viene a cabeza si el término “guardería infantil” es realmente el correcto, puesto que si nos detenemos a mirar el término, nos encontraremos por un lado que estas responden a guardar, contener eso llamado niños. Por otro lado estas que dicen acuñarse de infantiles debiesen llamarse las “guarderías de los pequeños gigantes”, puesto que de manera engañosa los sistemas educativos preescolares de nuestro país, a través de una infraestructura colorida y "lúdica", intentan mimetizar y exponer un ambiente reflejado el mundo infantil. No obstante, detrás de este camuflaje de fantasías se esconde una metodología más bien tradicional, que mas allá de tener como fin el aprendizaje significativo, apuesta por una producción eficaz de conocimientos, tiempo y resultados sistematizados. Los encargados de llevar este tipo de métodos serán estos pequeños gigantes, a los que llamare "adultos", los cuales serán los que dirigirán y reeducaran el actuar de los infantes, lo cual resulta contradictorio a la esencia de la etapa que converge a la infancia, pues en lugar de potenciar las habilidades de fluidez, espontaneidad y creatividad de estos revoltosos y/o revolucionarios, estos últimos quedarán expuestos a un estancamiento, "normalización o uniformalización" de saberes, perdiéndose así la esencia de cada infante, es por ello que la educación debiese abrir a nuevos métodos de enseñanza, sobre todo en el ciclo de los más pequeños, que operan con este sistema rígido, poco dinámico, centrado en aspectos cognitivos y racionales, adoptando materias como matemáticas, ciencias y lenguaje; dejando de lado otros aspectos deportivos y/o artísticos, ya sea por ser considerados poco serios y prácticos en la vida diaria.

...En relación con lo anterior, en los últimos años han aparecido múltiples métodos "alternativos" de enseñanza, uno de ellos llamado método de Montessori, el cual es definido como una filosofía de vida más que un sistema de aprendizaje. Su principio básico es "seguir al niño (...), en ese sentido el profesor o el pequeño gigante sigue teniendo rol de estructurar el programa de trabajo, sin embargo, es el propio niño el que dará los tiempos y pautas del aprendizaje a seguir a través de estrategias cognitivas de exploración y descubrimiento que promoverá el profesor.".(link) . En ese marco es que los principios de esta pedagogía, sitúan al niño como un ser autónomo, independiente, capacidad de elegir, desarrollo de la voluntad y autodisciplina y no un mero proyecto y producto que hay que corregir y normativizar según las expectativas y demandas del ámbito educacional, familiar y social.

Video del método Montessori. Un aprendizaje lúdico que es guiado por los niños:
 



En vista de lo anterior, cabe preguntarse :

¿Cuáles son las implicaciones prácticas y teóricas, que tienen las concepciones paradigmáticas de la psicología del aprendizaje para la aplicación y formación educativa de la pedagogía preescolar?

¿Cuál(es) es el lugar(es) del niño en la producción de saberes que establece la pedagogía y la psicología?

domingo, 10 de junio de 2012

Jornada compartida con maestras de anexos

Muy lindos momentos compartimos en la escuela nº 265, que nos albergó y nos ofreció tecnología y un riquísmo desayuno. GRACIAS ESCUELA 265!!
 El tema que nos convocó fue Educación Sexual Integral. Una jornada que nos permitió re-encontrarnos, intercambiar, reflexionar, proponer, divertirnos, disfrutar.
Se hizo corto el tiempo evaluaron todas...., eso es muy bueno!!! Nos fuimos con ganas de más, más tiempo compartido, más intercambio, más ideas para la práctica cotidiana.
¡¡¡¡GRACIAS CHICAS!!!!